La frase del dia

09 febrero 2009

El camino de Santiago

MI CAMINO

PRÓLOGO
¡Hola! soy el Nico.
Cuando Salva me sugirió que colgase “Mi camino” en su blog, decliné la invitación. Pensé que si lo hacía invadiría su espacio privativo. Un blog entiendo que es muy personal. Sin embargo, entran muchos cibernautas conocidos y anónimos. Al fin y al cabo sólo soy uno de tantos. De los que encuentran en estos foros el marco ideal para compartir sin más. Y creo que resultará interesante relatar mi experiencia peregrina en el Camino de Santiago.
· En 2009 conmemoramos 10 años de aquella aventura. De aquellos días bien sufridos y maravillosamente vividos!!









Estas caritas teníamos el siglo pasado antes de comenzar la aventura xacobea.
¡Qué guapos y jóvenes estábamos!!!!!!!

EL CAMINO DE SANTIAGO

(Como celebración del año santo: Xacobeo-99, un grupo de trabajadores de la empresa Tabacalera de Tarragona, tras la experiencia que nos dejó la Ruta a pie hasta Montserrat, nos lanzamos a la aventura para realizar los últimos 150 kilómetros del Camino de Santiago. Aparte de las novedades que pudiésemos encontrar, el esfuerzo deportivo, la convivencia e incrementar el espíritu del colectivo, se erigían como metas)
Las personas suelen estar predispuestas a peregrinar hacia algún sitio con vínculos religiosos. Por eso, a lo largo de la historia las peregrinaciones han sido una constante en la humanidad.
El Camino de Santiago es una peregrinación milenaria que obliga a reflexionar sobre cosas que la cotidianidad ignora y da respuesta a cuestiones de nuestro interior: ¿Quiénes somos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué rutas o caminos debemos seguir?, ¿cuál es la flecha correcta? ¿Por qué parte del río podremos vadearlo sin ser arrastrados por la corriente?, ¿qué encontraremos al final? ¿Y al llegar...¿Qué va a pasar? Todas estas preguntas tienen respuesta en el camino de Santiago.
Puedo afirmar que todas esas inquietudes tienen respuesta en el Camino. Por lo vivido durante mi corto peregrinaje he de constatar que la motivación que lleva a realizarlo puede ser de índole diversa. A unos le atrae el carácter puramente deportivo, a otros la posibilidad de bucear en su interior. Si bien, la razón primordial se sustenta en la creencia religiosa. El trasvase de un esfuerzo sacrificado que aumenta nuestro bagaje espiritual. Todas las jornadas se presentan aderezadas con un común denominador: el contacto con la naturaleza y su silencio, que a veces se rompe con el bullir de quien merodea entre alamedas o vigila desde los cerros. Sin dejar en el olvido el murmullo de los arroyos que discurren imperecederos por valles ancestrales.
El “Año Santo Compostelano” se celebra cuando el 25 de Julio, fiesta de Santiago, el patrón de España, cae en domingo.
Raros caprichos gregorianos que jugando con los bisiestos establecen frecuencias de 5-6-II-6-5 años, y que son los que abren la Puerta Santa como en este año 1999 que nos ocupa. El 31 de diciembre de 1998 el Arzobispo de Santiago de Compostela procedió con este acto a dejar inaugurado el “Año Santo Compostelano”, de modo que el próximo a celebrar y primero del siglo XXI será en el año 2004.
Todos los jubileos conmemorados en Santiago de Compostela, suman hasta el momento un total de 116.
Se dice que realizar el Camino durante el jubileo les otorga a los peregrinos un año de indulgencia y perdón.
Existen hábitos que se han mantenido a lo largo de los siglos: caminantes ataviados con un sombrero que les protege del sol; la esclavina para abrigarse y cubrirse de la lluvia; el morral para guardar la comida; la calabaza con agua; el bordón para apoyarse al caminar y también como defensa ante arbustos, y posibles alimañas. Sin embargo el señuelo que como un estigma identifica al peregrino es la concha de vieira.
Durante el camino encontramos cicloturistas y caminantes como nosotros. Como si se tratara de una norma implícita, en los albergues se respeta un orden de prioridad. Primero, los caminantes, luego los ciclistas y si hubiera, los de a caballo.
Una vez que pisamos Santiago de Compostela, nos dirigimos a la secretaria de la catedral para conseguir la ansiada Compostelana, el colofón del esfuerzo. Autentificado por el certificado del peregrino, un documento firmado y sellado en las parroquias, ayuntamientos, sedes o monasterios autorizados que se encuentran en la ruta jacobea.
He de hacer constar que para que estos avales tengan validez se ha de cumplir con un requisito mínimo de distancia: para los caminantes 100 kilómetros y 150 para los ciclistas.
En la ruta tienen cabida peregrinos de todas las creencias y condiciones sociales. Creo que hablar del Camino sin recorrerlo es como hablar de una utopía. Es necesario sentirlo, y sufrirlo, si se pretende hablar con un mínimo rigor. Actualmente están en pleno auge este tipo de “aventuras” y no se pueden obviar otras peregrinaciones con menor afluencia de entusiastas o practicantes. Esas costumbres que se arraigan y se expanden, en un principio con el boca a boca como reclamo, adquiere con el paso del tiempo carácter universal y llega una época en la que pasan a formar parte de la historia de una región o de un país.

Según me comentaron, existen ocho caminos diferentes que te acercan a Santiago de Compostela. pero el más conocido es el “Camino Francés”, que empieza en Roncesvalles o Somport, continúa por Puente de la Reina, Estella, Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, León y Santiago de Compostela, cuyo final es la catedral donde se encuentra el Sepulcro del Apóstol.
Una vez estudiados los caminos, calculamos el tiempo y llegamos a la conclusión que 152 kilómetros podía ser suficiente por esta vez.
Salimos el 27 de marzo de 1999 a las siete de la mañana en dos furgonetas desde la plaza Imperial Tarraco. Cabreiro fue el destino para iniciar nuestra ilusión. Se ha de tener en cuenta que la condición física no era la misma entre mis compañeros. Si bien, contábamos con un vehículo de apoyo que transportaba el equipaje y nos proporcionaba comida cuando estábamos en plena caminata.
Llegada a Pedrafita do Cebreiro a las 20,30 horas, después de haber pasado por Villafranca del Bierzo para recoger las credenciales de cada uno de los peregrinos. Cenamos y nos dispusimos a pasar la noche para salir a buena hora caminando.








O Cebreiro nos recibió con su manto de gala.

Domingo, 28 de marzo de 1999
Subida a O Cebreiro.
A las 8,00 horas las furgonetas nos llevan al punto de partida, para ello, nos vimos obligados a efectuar un rodeo a la montaña pues la nevada nocturna había dejado intransitable la carretera.
Hicimos las fotografías que quedarían para el recuerdo forzados por las panorámicas que contemplábamos y para dejar constancia del nuestros primeros pasos. Pateamos la nieve en el descenso del majestuoso O Cebreiro. La temperatura oscilaba sobre los 4 grados bajo cero. Pero estábamos convenientemente abrigados con gorro y guantes.






Este no es un explorador. Es José María Escoba, Escoba tampoco es el apellido, es el que viajaba último del grupo con “talky” y resulta que el que se perdió fue él. Estuvimos buscándolo durante dos horas en la tercera jornada.

Encontramos las poblaciones de Do Poio, Fonfría, Biduedo, As Pasantes y por fin llegamos a Triacastela (Tres Castillos).
El descenso fue suave y nos ocupó dos horas para bajar desde los 1350 m. a 500 m. Nadie olvidará la hermosura del paisaje que íbamos descubriendo, circunstancia que nos obligó a bajar con cierta relajación. Aquellos parajes vistos por multitud de peregrinos requería ese tributo.
Después de reponer fuerzas, continuamos el camino entre sendas y carreteras, llegando a Samos a las 16,00 horas, y así concluyó la primera etapa. En total nuestras piernas habían recorrido 29 Km. Las credenciales se sellaron en Pedrafita, Triacastela y en el monasterio de San Julián de Samos.
Decidimos pasar la noche en el refugio del monasterio y, una vez nos habían indicado nuestras respectivas camas, quizá influenciados por la vida de austeridad monacal de los monjes benedictinos, nos dimos a una reconfortante ducha de agua fría. Después visitamos el interior del convento. Construcción medieval en la que destaca la noble fachada y las tres naves rematadas por una cúpula a más de 30 metros de altura. Paseamos por los dos claustros entre los que se encontraba la original puerta románica de la que aún quedan vestigios. Nos dijeron que el convento sufrió los efectos de un incendio producido por la imprudencia de un peregrino dieciséis años atrás. La sacristía se edificó en el siglo XIX.
La historia de O Cebreiro y su existencia está vinculada al Camino. Fue convertido en refugio en el siglo IX. Corría el año 1072 cuando Alfonso IV ordenó la construcción de una iglesia y un hospital para atender a los peregrinos. Confió la custodia y cuidado a la abadía de Saint Gerard d’Aurillac. Uno de sus monjes de esta abadía fue protagonista del celebre Milagro do Cebreiro.
...En una fecha indeterminada, del año 1300, el monje se hallaba celebrando una misa. Incrédulo, mirando al solitario campesino que, pese al frío, había acudido a la iglesia, se planteo la inutilidad de aquel rito. La súbita conversión del pan en carne y el vino en sangre de Nuestro Señor, pronto le hizo cambiar de opinión.






Monasterio de Samos, donde nos dimos la primera ducha de agua helada. Precisamente fue aquí donde batí mi propio record, hasta entonces una, en donde dormí con unas noventa mujeres en una sola noche. No vaig tocar cuixa, però em va fer il·lusió, ves!Jesús y Bara no tuvieron tanta suerte, no aguantaron tanto canto gregoriano (ronquidos) y se fueron a dormir a la furgoneta.









El embalse de Balasar (río Miño)
Lunes, 29 de marzo de 1999.
Samos – Portomarín

Tal y como nos habían indicado, dejamos nuestra plaza en los respectivos refugios sobre las 8,00 horas de la mañana. Les abonamos las cien pesetas correspondientes por peregrino, cumpliendo uno de esos requisitos que no están en los escritos, pero que todo caminante aporta para el mantenimiento del lugar. Ingerimos el desayuno para iniciar los treinta y cuatro kilómetros de la segunda etapa.
Avanzamos con dirección a Sarria donde confluyen los caminos que se bifurcan en Triacastela, el camino nos ofreció suaves ascensiones, destacaba la perfecta señalización de la ruta enmarcada con flechas amarillas. Al llegar a Sarria nos dirigimos al hotel Alfonso IX, donde nos sellaron la credencial que verificaba oficiosamente nuestro paso. Aquí se produjo el encuentro con el furgón que nos trajo bocadillos, fruta y bebida. Hicimos acopio y guardamos en las mochilas otro tanto para la comida. Reanudamos la marcha y cuando pasábamos junto a una de las muchas fuentes que acompañan la ruta, optamos por reponer fuerzas a la vera del manantial. Miré el reloj y marcaba las 14,00 horas.
Continuamos haciendo camino pasando por los refugios de: Barbadelo y do Sarria, refugios de nueva construcción y recientemente inaugurados.
Cumplimos otra vez con el sellado de las credenciales en Barbadelo, Ferreiros y Portomarín. Durante el trayecto superábamos pueblos en los que se repetían las escenas aunque el entorno fuera diferente: caballos y ovejas pastando en quieta calma; mujeres en los caminos arreando vacas que dejaban sus embarradas huellas a lo largo del camino en las cercanías de pueblos y aldeas. Nos dijeron que pisar dónde lo habían hecho las pezuñas era un componente más de todo aquel que quiere vivir el Camino.

Portomarín. El pueblo que encontramos no tenía nada que ver con el original Portomarín que yace bajo las aguas. El embalse de Belasar lo anegó en el año 1960 y sus habitantes lo edificaron de nuevo en lo alto de una colina. Sólo se salvó la iglesia-fortaleza de los caballeros de San Juan de Jerusalén porque los parroquianos la trasladaron piedra a piedra, la actual iglesia de San Nicolás. El viejo hospital y los puentes medievales duermen en el fondo del pantano que sujeta las aguas del Miño.
En el albergue de Portomarín nos dijeron que no había plazas, sin embargo por una de esas casualidades que a veces suceden, gracias a la ayuda de no se sabe quién, un grupo de cinco peregrinos abandonaron el albergue para pasar la noche en un hotel del pueblo. Nosotros cubrimos esas vacantes, pero como no había para todos, mis compañeros marcharon también al hotel. Los del albergue tuvimos que pasar por la ducha de agua fría sintiendo sana envidia de los que buscaron el confort del hotel. Luego nos juntamos en la cena. Ellos volvieron al hotel y nosotros dimos descanso a nuestro maltrecho cuerpo.









Sendas y laderas.
Martes, 30 de marzo de 1999.
Portomarín - Melide

A las 8,15 horas abandonamos Portomarín con nubarrones en el horizonte. Cruzamos la N-640 y continuamos ruta con constantes subidas y bajadas que la endurecían, aunque el trinar de los pájaros desde la espesura del bosque aminoraba la fatiga.
A medida que nos acercábamos a Santiago se incrementaba en número de peregrinos con idéntico destino. Conocí y conversé con dos hermanas gallegas durante un tramo del camino. Según me dijeron, una no tenía previsto hacer el Camino pero al no poder acompañar la amiga que debía acompañar a su hermana, decidió emprender el camino también y hacerle compañía.
Por momentos el camino se convirtió en un crisol de nacionalidades: ingleses, norteamericanos, uruguayos, madrileños, andaluces, catalanes, etc. Todos con el mismo destino. Resultaba curioso y me daba la impresión de estar desubicado en algún lugar fuera de España. Rebasamos las poblaciones de Gonzas, Ventas de Nerón, Ligonde y Palas – palacio- de Rey. En estos sitios nos sellaron las credenciales de paso.
En Palas del Rey coincidimos los peregrinos del Camino Real y con los que llegaban desde la Ruta del Norte a través de Lugo. A las 13h 30´ en la población de Carballal dimos cuenta de los bocadillos que nos trajeron nuestros intrépidos Edu y Magda. Se despidieron hasta el próximo encuentro que se produjo a las 18 horas en la población de Melide.








Avituallamiento obligatorio.
A las 15h a la vera del albergue Mató de Casanovas repusimos fuerzas: frutos secos, chocolate y fruta, precedidos por el correspondiente bocadillo. Aprovechamos el lugar para inmortalizar el momento con varias fotografías. El camino comenzó a endurecerse, no por la orografía del terreno, sino porque aparecen las primeras ampollas.
Se nos agregó una chica que, según comentó, trabajaba en telefónica y, tanto a Javi como a mí no nos quedaron dudas sobre ocupación...¡Como le gustaba la cháchara! Según dijo, pertenecía a un grupo organizado por una agencia que les daba todo el tiempo del mundo para llegar de un punto a otro. Observamos que había gente mayor que más que caminar paseaba. Y por supuesto que tiene el mismo valor que el cualquier otro caminante.
El albergue de Melide era una construcción nueva con buenos aseos. Fue entonces cuando pudimos testar algo que en circunstancias normales carece de relevancia, sin embargo, que reconfortante fue la ducha con agua caliente aquella tarde.
En esta etapa se recorrieron 37 Km. y los últimos se nos hicieron especialmente duros, aún así conseguimos sacar fuerzas para ir a la pulpería de la señora Mercedes y paladear su arte culinario basado en el molusco de exquisitos tentáculos.
Al acostarnos nuestros pies eran el exponente de la dureza camino y agradecieron el reparador descanso.









Agua
Miércoles, 31 de marzo de 1999.
Melide – Arzua
En Melide, a la entrada de la villa y frente al antiguo monasterio del que aún se conserva su iglesia, visitamos el Hospital del Santo Espíritu, una de las grandes instituciones del Camino.
Como cada mañana partimos a hora temprana con el objetivo puesto en Arzua. Ya era nuestro cuarto día y no estábamos para muchos trotes. Aparte de las consabidas ampollas también acusábamos pequeños esguinces, alguna rodilla sobrecargada y más de un rostro con aspecto desencajado. Ante tal panorama, optamos por el reagrupamiento cada cierto trecho. Pero la intención era una cosa y la realidad otra bien diferente, había quien no recuperaba y quedaba rezagado al rato. Esperar, ayudar y alentar fueron las consignas que sugería el espíritu del grupo.
No estábamos frescos Sin ninguna duda fue el día más sufrido de todo el itinerario. Además, cuatro compañeros caminaron tres horas más, la última en completa oscuridad, hasta encontrar cobijo en un albergue. Sobre las 21h 30´ y tras caminar 49 kilómetros llegaron al Monte Gozo. Los otros recorrieron 38 que también tenía su merito.
Arzua es la última población de importancia antes de llegar a Santiago de Compostela, es aquí donde el Camino se desvía por una calle que desemboca en la iglesia de la Magdalena. En Arzua esta el templo parroquial al que muchos peregrinos acuden para encontrar cobijo.
Dejamos atrás la provincia de Lugo y nos adentramos en tierras de A Coruña. Nos percatamos del cambio paisajístico. Atrás quedaron las típicas “pallazas” (construcciones de viviendas redondas de piedra y tejados de paja en la que se encontraban diversos elementos ). Me asombran los estilizados bosques de eucaliptos, altos, majestuosos durante un buen trecho, los imagino en plena noche con sus copas acariciando las alturas por esta senda que alguien llamó “Camino de las estrellas”.
Me sorprende el buen hacer de la administración gallega para facilitar y acomodar la ruta. Comprobamos que el camino está bien compactado, barandillas en los márgenes de la carretera, áreas de descanso, albergues rehabilitados y puntos donde se ofrece información al peregrino.
Leí no recuerdo dónde una entrevista a un párroco...
- ¿Qué padre, hay muchos peregrinos este año?
- Ahora hay peregrinos de todo tipo. Pero yo diría que al ser año Santo se ha sumado un especie nueva de peregrino, más moderno diría yo: “ el Peregrino de la Visa”, y no por ello es desmerecedor su esfuerzo.
- Lo importante es que Santiago no hace distin
ciones.
- Hombre, el Apóstol quizá no ...pero yo me atrevo a afirmar que la Xunta de Galicia prefiere a los tarjeteros.









Campos de grelos.
A lo largo de la etapa cruzamos por los pueblos de Santa María, Boente, Ribadiso y San Paio. Y para los que fueron hasta Monte del Gozo, Lavacolla, Vilamaior, y San Marcos.
Comentaré que en el siglo XII, Aymeryc Picaud, afirmaba que los peregrinos franceses al llegar a Lavacolla se quitaban la ropa y se daban un exhaustivo baño.

Jueves, 1 de abril de 1999.
Arzua – Santiago de Compostela
Iniciamos la última etapa muy temprano, rondarían las siete de la mañana. Nuestro objetivo era llegar a Santiago para asistir a la misa del peregrino. Aún no había amanecido, pero unas nubes sombrías tapaban las estrellas y la luna, acrecentaron la negrura en nuestro caminar.
Apareció una lluvia copiosa que se trasformó en granizo en algunos momentos. Con este panorama de lluvia desarbolada avistamos Santiago de Compostela.
Desde que en el año 1989 que estuvo el Papa en el Monte do Gozo, el lugar es más una urbanización que un monte santo. Donde se levanta un impresionante centro de acogida para peregrinos. Cuando se corona este lugar embarga al peregrino la alegría del éxito. Y las ganas de gritar: ¡Eureka, lo conseguí! Y no importa que la emoción rompa en las lágrimas calladas.
Ascendimos hasta el Monte do Gozo, desde allí se pueden ver con absoluta nitidez las torres de la catedral. Allí donde descansan los restos del apóstol. Cruzamos la autopista del Atlántico y caminamos por las estrechas callejuelas que llevan a la plaza del Obradoiro. Visitamos la tumba del apóstol y pudimos contemplar el balanceo del botafumeiro.

Las diferentes rutas del camino
He narrado nuestra experiencia, pero soy consciente de que cada peregrino podrá contarlo con otras vivencias porque habrá disfrutado y sufrido de otro modo. Del mismo modo que podrá escribir su personal e intransferible diario del Camino.
Por lo que a mi respecta son muchas las imágenes que no se me van a olvidar, pero me quedo con la de aquella chica del jersey amarillo, no llevaba muletas, tan sólo se apoyaba en un palo..., la vi varias veces en el camino, con aquel caminar de ahogo, cuando llegaba a su altura y le preguntaba ¿Cómo vas?, en vez de poner cara de sufrimiento. Ella me regalaba una sonrisa; fue el resplandor que tenia su rostro lo que contestó a mí ¿Por qué?
Cinco días han transcurrido y tras nosotros quedan 152 kilómetros de un duro camino, en el cual, además de contacto con la naturaleza, se han vivido una serie de experiencias y sensaciones.
Esta peregrinación culmina con el regreso a Tarragona por carretera el Viernes Santo, día 2 de abril de 1999 y posteriormente la incorporación a nuestros puestos de trabajo.








Después de la peregrinación. ¡Tampoco quedamos tal maltrechos viendo estas caritas de felicidad, eh!!!!
Los aventureros: Pepi, Natacha, Magda, Sole, Bea, Inma, Morato, Barea, Jesús, José María, Bara, Eduard y Marcos.


Y, la foto tan perseguida.


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Agradecimiento.
Detrás de cada aventura y de sus protagonistas hay personas y empresas que apoyan y animan las ilusiones de aquellos que no se conforman con la rutina del día a día, sino que emprenden una serie de iniciativas intentando llenar el vacío interior de una vida material.

DATOS
¿Sabias qué, hemos dado 231.261 pasos?
¿Sabes qué, desde O Cebreiro hasta Santiago de Compostela hay 123 fuentes?
¿Sabes qué, confesar, comulgar y rezar por las intenciones del Papa son los requisitos mínimos para ganar el jubileo?

Nicolás Marcos Domínguez.

05 febrero 2009

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Amaneció titubeante. Subí a primera hora para adelantar los preparativos. La lluvia chispeaba y paraba, no hacia viento y los nubarrones viraban hacia el norte. Pero el entusiamo demostrado por algunos compañeros obligaba a intentarlo. Había recursos y sabía cómo hacerlo. Los sarmientos(vides) quedaron protegidos bajo una lona para que hiciesen su función al situarlos en la hoguera. Marcos apareció pronto y comenzó a descargar los calços y demás comida. La mañana seguía enigmática. Desde luego no era el marco idóneo, faltaba el sol y el horizonte no hacia presagiar nada halagüeño. Sin embargo, quedó demostrado que cuando la gente viene predispuesta a plantarle cara a las inclemencias, sólo imperativos ineludibles logran derribar esa camaradería. Rioja demostró que igual que es incombustible con la raqueta también lo es tras los fogones. Aguantó impertérrito la llovizna hasta que consiguió asar la careta. Perroni nos indicó cuando era el momento justo de retirar los calços. De Blas avivaba el fuego para que las llamas no fuesen muy altas. Pacheco , Emilio, Montero, José Luis colocaban las cebollas sobre el somier que hacía las veces de parrilla. Una vez las cebollas estaban asadas, las empaquetaron con hojas de periódico que mantuvieron el calor. Luego asamos la carne y cuando todo estaba en su punto nos pusimos a degustar aquel arsenal aderezado con la salsa que había elaborado la mujer de Paco. Ni la luvia ni el viento, pariente del que días atrás había cercenado árboles y vallas publicitarias consiguió intimidarnos. Fue un buen día.