La frase del dia

20 mayo 2010

Viaje a Tierra Santa: ISRAEL

Aeropuerto de Roma

Tel Aviv, que quiere decir: Colina de Primavera


Los-as israelitas practicando balón bolea sobre la arena de playa a las once de la noche

Puerto romano de Cesarea


Israelitas muy bien uniformadas para la contienda
Pudo ser en este lugar donde Jesús predicó las bienaventuranzas

HAIFA y sus amplios jardines escalonados persas

En este lugar murió asesinado, donde ondean las banderas, el primer ministro nativo israelí Isaac Rabin, por un estudiante de la derecha radical que se oponía a los acuerdos de paz.

Bien embadurnado con barros milagrosos del Mar Muerto, esperaremos el resultado, en principio un olor hediondo y un picor molesto. Una vez nada más, seguro que no repetiré.

El huerto de GETSEMANÍ, el olivo que se ve por detrás, protegido con la valla, aseguran que es de la época de Jesús. 2000 años de antigüedad según arrojan las pruebas del carbono 14.


Jerusalén, vista desde el monte de los Olivos

Intrusa de la Zarza en las calles de Jerusalén

Río Jordán, precioso

Dicen que fue aquí donde S Juan Bautista, bautizó a Jesús.

Paisaje de ensueño en el Jordán

Otra maravilla, el Mar de Galilea, es un lago, y que buena estaba la carne que nos pusieron en el restaurante que se ve a la derecha

La primera iglesia, la de San Pedro, en Cafarnaúm


El baño de purificación. Cuentan que aquí vivía San José.


El vendedor, cualquier momento es bueno para leer las sagradas escrituras.


¿Quién ha dicho que no hay agua en el desierto?, no habrá manantiales pero si la tecnología puntera para llevarla, ahí se ve el puente de maniobras en medio de la tierra árida.

Cableado del funicular que lleva hasta la fortaleza de Massada

Se acercó porque estaba sediento-a y no tuvo reparos en beber agua embotellada que vertimos en un pequeño cuenco de la roca. Si es que lo estaba pidiendo.
Massada, el calor se llevaba el aire. Seguro que Herodes tenía siempre dos esclavos abanicándole

Frontera de Jordanía

Según dijeron, los beduinos mantienen las mismas tradiciones que tenían hace 2000 años. Pero yo vi la cuba amarilla con agua potable.

Allí apareció, en la explanada del muro de las lamentaciones (más bien de deseos) un hermano musulmán de Gatuso que agradecía las caricias

Al fondo el muro .... de los deseos, pues todo el mundo trata de incrustar entre los sillares de la pared, el papelito con sus deseos secretos.

Puerta de entrada al Santo Sepulcro


Este video lo grabé despegando de Tel Aviv para nuestro especialista en aeronaútica, Paco.






Viaje a “tierra santa”, ISRAEL

Las cenizas, que arrojaba el volcán bajo el glaciar Eyjafjalla en Islandia, continuaban cancelando vuelos y dudábamos de nuestra suerte antes de partir. Ante la duda, acudimos con tiempo suficiente al aeropuerto del Prat. Una pantalla azul informaba puntualmente de las cancelaciones y vimos que el de Roma, el nuestro, aún no estaba suspendido. Grupos de pasajeros se disponían a dormir entre asientos y maletas. Alguien coreó: ¡Campeones, campeones! Y en la puerta asomaron aficionados culés que llegaban de Sevilla. El "presi" Laporta hizo su entrada triunfal, rodeado de focos y cámaras, dándole pataditas a un balón, no sé si se le cayó o lo tiró adrede, el caso es que el balón acabó entre la gente. Me dio la impresión de que le gustaba el revuelo, nos hicimos unas fotografías con él. (Para un madridista que se precie lo cortés no quita lo valiente).
La aeronave nos llevó a Roma. Allí cambiamos de avión con rumbo a Tel Aviv (Colina de primavera).
Alrededor de las seis de la tarde cruzamos los controles. Nos hicieron algunas preguntas sobre el motivo del viaje y el nombre del hotel al que nos dirigíamos.
El Leonardo Plaza era cómodo y confortable y sus dieciocho plantas se elevaban cerca de la playa. A primera vista Tel Aviv es similar a cualquier ciudad europea. Me sorprendió la cantidad de gente que practicaba deporte. Unos caminaban, otros corrían u optaban por la bicicleta, todos en carriles por un amplio paseo a la orilla de la playa.
Al día siguiente, a las seis de la mañana (allí llevan una hora de adelanto) observé a través de la ventana que ya estaban los deportistas corriendo por el paseo.
Según nos dijo nuestra guía: “La municipalidad (el ayuntamiento) realiza campañas para fomentar el deporte construyendo polideportivos y facilitando el aparcamiento, aseguran que con la práctica deportiva se estudia mejor y se rinde más en el trabajo”.
Nos encaminamos hacia la fortaleza de Massada, en pleno desierto, cerca del mar Muerto. Durante el trayecto la carretera en muchos tramos iba en paralelo a la frontera de Jordania. Vimos los beduinos y sus poblados, autenticas chabolas de chapas y maderas. Junto al poblado destacaba el color amarillo de la cuba con agua que el gobierno les llena cuando hace falta.
Massada fue levantada por Herodes ante el temor a una posible invasión por parte de Cleopatra. Una fortaleza en lo alto de una meseta rocosa e inaccesible- ahora dispone de funicular-. Allí arriba el aire era caliente y el calor insoportable. Las panorámicas se perdían en la lejanía con el color ocre del desierto y una ligera neblina fundía la línea del horizonte.
Desde Massada descendimos al Mar Muerto, el punto más bajo del mundo, nos embadurnamos con barro negro y entramos en el agua que no hacía flotar sin esfuerzo alguno.
Al día siguiente nos desplazamos hasta los montes del Golán, frontera con Siria, y pasamos la noche en un Kivutz (poblado comunal donde se agrupaban los judíos que llegaban de Europa y vivían en comunidad). Durante la guerra del Golfo Pérsico esta zona fue bombardeada y aún están vigentes los refugios subterráneos, aunque ahora son centros de reunión de jóvenes para realizar actividades.
En Cesárea, Arce, visitamos las ruinas de su esplendoroso puerto romano y el acueducto. También Nazarech para ver la iglesia de la Anunciación con la gruta donde el ángel anunció a Maria la maternidad divina. A poco más de cien metros se levanta otra iglesia edificada sobre las ruinas de la casa de San José, aún se puede ver el baño judío en el que se purificaba.
Al tercer día nos llevaron a Jerusalén, ciudad muy diferente a Tel Aviv. Se palpa el espíritu religioso, el predominio de los judíos ortodoxos con sus trajes y sombreros negros de los que colgaban los tirabuzones.
Visitamos Cafarnaún, el lago de Galilea, espectacular. La tumba del rey David, el cenáculo, el huerto de Getsemani, el Monte de los Olivos, el río Jordán, el sepulcro de Jesús, la via dolorosa del vía crucis y Belén en Palestina, que puede distar de Jerusalén a poco más de 10 kilómetros, pero que sus altos muros y alambradas indican que es otro país.
Me sorprendió la ausencia de policias de uniforme en la calle. En cambio, había chicos vestidos de calle que caminaban entre la gente con el arma cruzada en la espalda.
De todo lo que vi guardaré especial recuerdo del lago Galilea, Massada y sobre todo del río Jordán.
La agenda fue apretada y copiosa para digerir. Ocho días parecen muchos pero son insuficientes para sacarle todo el jugo al viaje. Y por último, he de decir que, si para entrar había exhaustivos controles, para salir aún eran mucho más minuciosos y, sobre todo, si llevabas sin saberlo una pulsera con los colores de la bandera palestina, que me regaló un joyero tras comprar algunos recuerdos. Seguro que era de Palestina y quería hacer patria. esta claro nadie regala nada, y menos allí.
No pasó nada, algunas preguntas rutinarias, pues en mi una gorra blanca destacaba la badera y el nombre de Israel.

03 mayo 2010

La libertad no siempre es buena

Este título parece una afirmación muy ambigua, nada comprometida, y tiene su porqué. Él, el artista de la historia que voy a contarte, llegó a nuestras vidas como una consecuencia más de este modo de vivir arrollador que nos lleva no se sabe adónde.
En un principio nadie le esperaba, sabíamos de su existencia y poco más. Era el fruto del amor, tal vez caprichoso e inmaduro, el amor, no el artista de esta historia. Un día el encanto se rompió y nuestro protagonista quedó como un objeto desamparado, un trozo de desamor fragmentado, desperdigado y perdido.
El azar imprevisible lo trajo a nuestra casa. Sin embargo, tal y como afirma el dicho popular: “dos gallos no pueden vivir en el mismo corral”. Por eso, una vez más le toco bailar con la más fea y emigrar en busca de otra morada.
Y mira por dónde, ahí en su nueva casa paladeó el sabor de la libertad, la de la buena cara, la del campo, la del bosque, luego llegó la otra, la realidad cruda e implacable.
Y sufrió como no imaginaba en su proceso de adaptación. No se había enfrentado a la soledad y le costaba digerir los días sin compañía.
Él que había recibido tantos mimos y cuidados se vio inmerso en un caos de supervivencia, prohibiciones y agresiones. Yo, que sabía de sus carencias, acudía a visitarle cada día al terminar mi jornada de trabajo. Él me esperaba y cuando bajaba del coche me agasajaba con caricias hasta lograr que me enfadara porque tanta muestra de afecto y zalamería me agobiaba e impedía caminar.
Hubo una semana que no pude verle porque marché de viaje y al volver cuando nos encontramos en nuestro horario habitual se aferró a mí con tanta vehemencia que consiguió lastimarme y le pegué. Me dio mucha pena porque al instante supe que me había equivocado y él me miraba como arrepentido por su efusiva muestra de cariño. Y descubrí en sus ojos el miedo y la incomprensión. Por supuesto no podía marcharme y dejar las cosas de aquella manera con mi amigo. A nuestro modo lo arreglamos porque todo había sido consecuencia,tanto por su parte como por la mía, de no calibrar bien las fuerzas.



Una tarde de esas gélidas desconocidas por aquí. Apareció renqueante y herido, un hilillo de sangre se descolgaba por la nariz, “¿Qué, compadre hoy te tocó perder?” le dije, al tiempo que le acariciaba.
Le llevé al garaje y se acomodó sobre la alfombra de mi batería, le puse su ración de comida y allí estuvo dos días hasta que se recuperó. Pero él quería libertad y al segundo día abandonó el garaje y protestó a su modo dejándome los excrementos, no en la cajita con tierra sino bajo el charles, (o hit- hat, los dos platillos que se manejan con el pie para llevar el compás). Una tarde noté bajo mi pie que el pedal se pegaba a una pequeña masa viscosa y dura. Capté el mensaje: era su protesta silenciosa por haberle robado dos días de libertad.
Con los días se fue ganado la simpatía y el cariño de cuántos le conocían. Porque era eso: la muestra evidente de la fidelidad canina y el cariño inusual en un felino.
Tenía muchas novias por toda la urbanización, incluso mis señoras vecinas me decían:”Es muy guapo”. Por tanto, era comprensible su éxito entre las hembras.
Esa faceta de conquistador le llevó más allá de sus territorios, de su bosque, del tránsito controlado. Cruzó la carretera y las ruedas asesinas lo aplastaron en el asfalto.
Es triste, pero como dijo alguien en palabras de consuelo: “No estéis tristes porque durante estos dos años ha recibido más cariño del que jamás hubiese podido esperar callejeando en la gran ciudad”
Hoy descansa para siempre en su terreno y cuando paso junto al tronco del granadero donde está sepultado no puedo evitar esbozar una sonrisa al recordar su trote y le “veo” corriendo a nuestro encuentro. Él quiso esa vida de amoríos que le obligaba a deambular en absoluta libertad buscando el amor gatuno.
Quien esto escribe sospechaba de este final, pero un amigo de verdad no interfiere en el modo de vida y respeta los deseos por encima de la amistad.

Que Gatuso descanse en paz porque no soy el único que jamás le olvidará. ¡Hasta siempre Gatuso!