Este sábado decidí no acudir al frontón. Conviene realizar otras tareas pendientes. Si no pasa nada el martes me resarciré. Subí hasta mi parcela. Radial en mano, o a golpe de maceta, me entretuve aplacando piedras sobre la pared de la casa, con la intención de hacer un zócalo que aminore el impacto el agua de la manguera a la hora de regar el entorno.
Vaya gusto, dirás. ¡Ay amigo! que agradable es ver después de una relajante ducha el cambio producido y sentir que tu esfuerzo obtiene recompensa.
A la hora de la siesta, en la pantalla del televisor, retransmitían la etapa del Tour de Francia. El pelotón de ciclistas avanzaba agrupado preparando la llegada para los rápidos de cada equipo. No había puertos que ofrecieran espectáculo y con el eco de los comentarios de P. Delgado sucumbí al agradable descanso.
Ya caía la tarde cuando fuimos al concierto de Chick Corea. El recinto con forma de anfiteatro, enclavado en el espacio ajardinado más extenso de la ciudad, al solano de las viejas murallas iluminadas a esa hora, le daban al evento el rango acorde a la celebridad que ibamos a escuchar.
La banda “Freedom Band”, comandada por Chick Corea, inició sus interpretaciones de jazz- fusión y blues. En cada tema dejaban virtuosas pinceladas de talento y técnica interpretativa. Diálogos musicales entre Chick Corea y el saxofonista Kenny Garrett, soportados por la contundencia del contrabajista Christiam Mc Bride y el ritmo del veterano baterista Roy Haines. Daba igual quien llevara el peso de la melodía porque eran constantes los solos donde dejaban boquiabiertos al personal. Terminaron la actuación con un par de bises cuando el reloj agotaba la última hora del sábado.
Como no se podía grabar ni hacer fotografías durante la actuación, os dejo un video suyo con un tema que probablemente os suene.
http://www.youtube.com/watch?v=VevDPwEZIQ4&feature=related