La frase del dia

07 enero 2012

Valle de Boi

Embalse ESCALES




Para ver bien esta fotografía es necesario ampliarla, los rectángulos blancos indican dónde están los escaladores.



Iglesia de Boi



¿Nos hacéis una fotografía?. Ahora con esta camara. También con este teléfono. etc

¿Os importa hacérnosla a nosotros?


Asomó el duende del valle e Boi

Se rompió el encanto

¿Homenaje al cabrero? con figuras metálicas.


Castillo de Benabarre (Lérida)


Correremos para ahuyentar el frío


El muñequito de nieve estaba esperando


Vhiella, que fría y que rica estaba el agua de la roca.



Según los estudiosos del calendario Maya nuestro mundo llegará a su fin el próximo mes de diciembre. No sé porqué estos " visionarios profetas" siempre auguran tragedias y nunca nos deleitan con noticias agradables.

Cuando entramos en el año dos mil apareció un grupo de gente que se encerró en una masía en un pueblo de Tarragona. Estaban convencidos de que esto se terminaba. Incluso salieron fotografías y declaraciones en la prensa provincial.

Estaban equivocados en sus predicciones y nunca más se supo de éllos y el mundo continuó instalado en la normalidad.

Y te preguntarás, amigo lector, a santo de qué viene esta parrafada. Pues porque aburre ya el tema de la crisis, los recortes, todo ese panorama verdaderamente oscuro que nos presentan. Sólo falta que, encima de la que está cayendo, vengan estos iluminados para anunciarnos la catarsis total.

¿Sabes que te digo?: que no me creo absolutamente nada.

Pensar tanto en el futuro hace que nos olvidemos del presente. Y es una pena porque el paso del tiempo es algo que no tiene regreso.
Reconozco que en otro tiempo yo era una víctima de futuros proyectos e ilusiones que cuando no se cumplían dejaban un regusto amargo e infeliz. Por suerte, la ambición sigue estando a mi lado, pero controlada y serena.

Desconozco qué lo motivó, ese cambio en mi, ¿serán los años que van pasando y eso nos hace más racionales y que valoremos más lo sencillo? ...posiblemente.

El caso es que cada día que amenece ha de ser motivo suficiente para dar gracias a la vida. ¿o no?

Yo me aplico el cuento y, cuando la ocasión es propicia y el tiempo lo permite, hago acopio de mis bártulos y pongo rumbo a otros lugares que me puedan aportar algo bueno y placentero.

Por eso, este fin de año, las circunstancias nos llevaron al Valle de Boi. Ya había estado allí tocando hace muchos años. Pero eso no quiere decir que lo conociese en profundidad.

Ahora tuvimos la oportunidad de dedicarle un buen fin de semana.

El Valle de Boi se encuentra en los Pirinéos. A caballo entre Lérida y Huesca. Antes de ir preparé el coche por si nos encontrábamos con las carreteras nevadas.

No es nada fácil poner las cadenas si habitualmente no lo haces. Llegué incluso a meter el gato para levantar el coche, pues ni mi vecino (que es un tipo instruido en muchas cosas) ni yo, encontrábamos el modo de pasar la cadena por debajo de la rueda. Mi vecino abandonó la causa, yo no podía hacer lo mismo y seguí dándole vueltas-nunca mejor dicho- a la rueda y a la cadena hasta que logré ponerlas.

Al llegar a casa tiré de esa herramienta que se llama internet y visioné varios videos de montaje de cadenas y salvo el hecho de levantar el coche, lo estaba haciendo de una manera correcta.

El mapa meteorológico del telediario catalán incluía el signo de nieve sobre la zona del valle. Al fin y gracias al refranero popular por aquello de que "preguntando se llega a Roma" despejamos las dudas.

- Hola, buenos días, le llamo desde Tarragona porque tenemos una reserva para fin de año en ese hotel y quería saber si es necesario llevar cadenas para desplazarnos por ahí- pregunté.

-¿Cadenas?- se extrañó la recepcionista y luego añadió- si tenemos muy buen tiempo. Además, si nieva ya estamos aconstumbrados y disponemos de medios para solucionarlo.

Por si acaso, el paquete de cadenas fue en un rincón del maletero y el depósito lleno de combustible.

Salimos a media mañana, sin prisas ni agobios de ningún tipo y con una única preocupación, si es que puede llamarse así, que no nos sorprendiera un radar de esos inesperados, más bien camuflados para asestar el hachazo por alguna carretera en obras, porque cuando los anuncian no asumo ningún riesgo y voy por debajo.

Como te decía, a medida que te acercas a los pirineos, el paisaje se vuelve agreste y montañoso. La carretera avanza por la falda de las montañas y, en muchos tramos, a la vera de los pantanos que almacenan el agua de los Pirinéos.

Desde el hotel nos desplazamos unos veinte kilómetros hasta dónde partían los todoterrenos que suben hasta el parque.

Cruzamos un pueblo que se llama Borruera y llegamos a Boi. Allí, en la plaza de la iglesia, esperaban los vehículos que salían cuando se ocupaban todos los asientos.

Desde esa plaza hasta la parada del valle hay que recorrer una distancia aproximada de doce kilómetros. Nadie puede subir con coches particulares, ni motos , ni bicis. La carretera es muy estrecha y no siempre tenía defensas que nos protegieran de aquellas barrancas.

Una vez arriba, me sorprendió la gran cantidad de gente que había, pues, el día tampoco estaba para muchos paseos, hacía frio y el viento cortaba, el cielo era plúmbeo y por momentos asomaba un sol esquivo entre las nubes. Además, durante todo el paseo nos acompañó una cortinilla de nieve inconsistente y constante, pero soportable si se va convenientemente abrigado.
¿Qué decir de esos lugares? pues que es un bálsamo para todos los sentidos. Todo está limpio y bien cuidado. La gente senderista es amable y educada. No se ven latas ni bolsas de plástico ni restos de comida por ninguna parte. Los excursionistas respetan senderos y montes.

La noche de fin de año fue como todas las noches de fin de año. Las doce uvas y los mejores deseos para el año que entra, los brindis, el cotillón con sus serpentinas, máscaras, matasuegras y sombreros de fantasía. la música y el baile.

Al regresar, optamos por hacerlo por una ruta diferente. Nos detuvimos en un pantano (Escales- Escaleras) que tenía unas vistas impresionantes. Avanzamos caminando por el dique de la presa y pudimos ver una placa grande que homenajeaba a los que murieron durante la obra.

En ese momento escuchamos unas voces que rompieron el silencio reinante. Tratamos de localizar de dónde provenían y aquello se convirtió en misión imposible. Al final mi mujer vio a un individuo que parecía suspendido en la vertical de la ladera rocosa. Eran escaladores.

Les observamos durante un buen rato. Se movían con mucha cautela y hablaban entre ellos. Gravé varios videos, todos mal porque era muy dificil dar con los escaladores en aquella pared tan inclinada y extensa.

Visitamos el castillo de Benabarre (Lérida) y a media tarde entrábamos en nuestra casa.

Si Dios quiere, la economía lo permite y las circunstancias no lo impiden, cuando llegue la primavera volveremos allí, porque, tal y como dicen los nativos de la zona, es en ese tiempo cuando el valle muestra su belleza más esplendorosa. Por tanto, esperaremos la primavera.