La frase del dia

14 diciembre 2012

Amsterdam: Canales y Bicicletas


Un avión de la K.L.M.  Nos llevó en poco más de dos horas de Barcelona al aeropuerto  Schiphol de Amsterdam (Holanda).  Observé que sobrevolaba más tiempo del habitual por encima de la ciudad. Detalle que me llevó a pensar que era una ciudad muy grande, y no es así. Podría decir que no llega al millón de habitantes.  Por poner un ejemplo, está ligeramente más poblada que Valencia. Al aterrizar pude ver cómo rodaban copos de aguanieve por las alas del avión.
 Se me hizo largo el pasillo que tuvimos que  recorrer para llegar hasta la cinta de recogida de maletas. Luego nos dijeron que era el mejor aeropuerto  del mundo.  Igual que en otros viajes  nos esperó el guía con un autobús para llevarnos hasta el hotel. Muy confortable y amplio.
Al día siguiente mi reloj biológico me despertó como si tuviese que ir a trabajar.  Me acerqué a la ventana, aún era de noche  y todo estaba nevado. A  un centenar de metros parpadeaba el semáforo de una avenida y varios puntos oscuros esperaban para cruzar; todos eran ciclistas que avanzaban  con rumbo a sus puestos de trabajo por un vial paralelo a la avenida.  Un autobús nos recogió a las nueve de la mañana y realizamos una visita panorámica por la ciudad nevada.
Holanda es un país que tiene el sesenta por ciento del territorio por debajo del nivel del mar. Los molinos de viento durante el siglo XVI se utilizaron para sacar el agua de las lagunas y así ganar territorio. El Gran Dique del Norte (Afsluitdijk) cierra el mar interior de Holanda (el llamado Ijselmeer) del Mar del Norte y que conecta las regiones de Noord Holland con Friesland. 
En los extremos dispone de esclusas para  regular el nivel del agua que va al interior o facilitar la navegación y cuando conviene el drenaje de los canales.
Cuando circulábamos por aquellas carreteras se veía el campo blanco como una planicie infinita. Observé que en las tierras y prados no había vallas que los cercaran, sino canales que impedían el paso del ganado de una finca a otra.
Por cierto, la vaca frisona holandesa produce al año 3250 litros de leche. No vi ninguna porque estaban a cubierto del temporal en granjas. Hicimos una parada en una quesería donde nos dieron a probar el queso que elaboraban, y también chocolate.
Otro día visitamos la casa de Ana Frank, donde durante la ocupación nazi escribió su famoso diario cuando vivían en la clandestinidad y que ella pensaba titular: La casa de atrás.
Aprendimos a movernos con las líneas del tranvía. Siempre convenientemente abrigados porque el frío y la humedad era persistente. Disfrutamos de un paseo nocturno en barco por el río Amstel. Los puentes tenían los arcos iluminados. Las casas se sustentan como en Venecia  sobre pilotes de madera y por lo normal no superan cuatro plantas de altura. Incluso se ven algunas desniveladas en la vertical como consecuencia de que los pilotes están rotos.
Una mañana paseamos por el famoso mercado de las flores y por la noche dimos una vuelta por el barrio rojo. (aquí le robaron la cartera a unos compañeros de viaje, dinero, pasaportes y tarjetas. Eso les obligó a dirigirse al consulado para solucionarlo provisionalmente). 
En el barrio se exhiben señoritas ligeras de ropa en escaparates no más anchos que una puerta y bajo la luz de neón. No se permite hacer fotografías. Si te ve la policía te requisa  la cámara y en el mejor de los casos las fulanas te lanzan un vaso de agua. Son callejuelas estrechas, algunas sólo se pueden transitar caminando de lado porque dos personas en ida y vuelta no caben. Sin embargo, la  afluencia de turistas y mangantes es abrumadora.
El museo de Van Gogh estaba en obras. Nos acercamos hasta Haarlem que dista de Amsterdam unos veinte kilómetros. Celebraban la feria medieval y nos agasajaron con sus productos y su acogida desinteresada.
He de resaltar que el grupo de turistas con el que viajábamos era en su mayoría de Cataluña, aunque también de Zaragoza, Castellón y Valencia. Gente afable y educada que hizo nuestra estancia allí más agradable. Dicen bien que el mundo es un pañuelo y digo esto porque cuando me preguntan de dónde soy, respondo con disimulado orgullo: "¡De Salamanca!...aunque vivo en Cataluña". Una señora rubia me respondió: "Pues mi marido es de La Ahigal de los Aceiteros". (El pueblo de Julio Robles, el torero). Claro está que él le conocía y hablamos del diestro y su fatal desenlace. Se llamaba Manolo Hernández Calvo, (os suenan estos apellidos) y su esposa Asunción.
El último día salimos de Amsterdam a las cinco de la tarde y un poco más allá de la ocho ya estaba en  mi casa.   
Y ahora, en base a los tramposos recortes tendremos que esperar hasta el próximo viaje porque a los dos nos han robado, aunque ellos dicen retenido, la paga de navidad.



Centro comercial, todo muy caro.

Grupo español hospedado en el mismo hotel

Delante del Molino. 





Asun y Angélica.

Son ovejas, no cerdos

Será por bicletas? En Amsterdam se mueven 7 000.000.

Esto es un carrito de bebés.

Iglesia de Haarlem

Lavando con el balde como en los viejos tiempos





Vuelta a casa